Siempre
que un colegio visita el lugar de trabajo de alguien que hace, de una
u otra forma arte, se produce algo mágico que es difícil de
explicar.
Por
un lado, es como si aquello por lo que uno ha trabajado durante tantos
años cobrara vida en cada una de las miradas, inocentes y “frescas”
de los niñ@s, y por otro lado es un soplo de aire nuevo que puede entrar en las
aulas, llenas de cosas “útiles”, donde las materias artísticas
viven arrinconadas en un cuarto que alguien llamó “las marías”.
“Origen
de devoción” está llegando a su recta final con grandes
resultados:
la
sociedad está nutriéndose de este trabajo, altruista, que he
querido regalar a isla de mis padres y mi hija; la Bajada a
recuperado ,de alguna forma, su raíz con una obra que perdurará en
El Hierro; reivindicar el carácter didáctico del arte a través de
la escuela y poner en valor nuestro acerbo cultural, que para muchos
es más importante que la política y las discrepancias que nos
podemos encontrar en el camino.